Con Voz de Mujer

Con Voz de mujer Los próximos 6 y 7 de marzo ofreceremos un relato musical, junto a Diego Paqué, en Vallecas y Colmenar, Madrid. Daremos voz, a través de relatos musicalizados, al abandono. Cómo vivimos la ruptura y cómo tratamos de separarnos nosotras de nuestras parejas. Acompáñanos en esta celebración en la que compartiremos experiencias personales ante la familia, los hijos, la sociedad, los otros… Con Voz propia. Miércoles 6 y jueves 7 de marzo, a las 7 de la tarde. ¡¡¡Os esperamos!!! Continúa leyendo Con Voz de Mujer

El regalo, relato publicado en ‘La Constitución ante la crisis de los cuarenta’

Lleva puesto su mejor traje. Negro, de corte impecable, el exquisito tejido de la falda a un palmo de la rodilla, las mangas enfiladas sobre el delicado bordado de los puños en la camisa crema. Una gasa trazada de hilaturas emerge de la chaqueta abotonada hacia el cuello, bajo la cual siente la seda aún más fina, casi transparente, sobre su piel. Es un atuendo incongruente. No con ella, sino alojado ante lo que la rodea. Así comienza el relato El regalo, que Fernando me invitó a escribir para una obra que estaba preprando. Gracias, Fernando, por tu valoración, siempre. … Continúa leyendo El regalo, relato publicado en ‘La Constitución ante la crisis de los cuarenta’

El rastro

[…] La cabeza se le quedó algo ladeada, con el cabello alborotado sobre los ojos, un intenso calor donde la mano se había aplastado bruscamente contra su cara; y mientras, él, desencajado, la besaba con labios helados, la abrazaba ―«Perdón, Elena, perdón»―, la apartaba para mirarla, la volvía a abrazar ―«Soy un loco, estoy nervioso… perdóname»―; ella sólo oía el estallido de la mano. Y, detrás, el corazón: se le había desbocado, qué triste. Ya no podía hablar.   […] Sus amigos se convirtieron en estatuas a la mesa cuando tras un intercambio banal de opiniones, una discrepancia sobre cómo … Continúa leyendo El rastro

El precipicio imaginario

[…] Tenía una cabeza cuadrada, algo alargada desde las sienes, como si se le escurriese allí donde estaba colocado el cerebro. El color de piel de su cara era similar al de las manos, algo amarillento, quizá producto de la luz artificial. El pelo, bastante largo, le cubría el cuello y raleaba sobre la frente. En ocasiones, al hacer un gesto de cabeza, se le desprendían unos mechones débiles sobre los ojos y los volvía a colocar en su lugar de un modo inconsciente. Sus ojos ―Teresa tuvo que tener cuidado para que él no se sintiera observado, especialmente en … Continúa leyendo El precipicio imaginario