Culminación de un proyecto

Julio se giró al otro lado de la cama, buscando la frescura de las sábanas, cuando sonó el teléfono. «Adama ya se ha enterado de que no he acudido a la cita», pensó mientras levantaba el auricular y se preparaba para los reproches. ―¿Julio Izquierdo, por favor? ―preguntó una voz femenina, aniñada, que no era la de Adama. ―Sí, soy yo ―respondió, algo sorprendido al tener que cambiar bruscamente su esquema mental ante un interlocutor desconocido. ―Soy Gloria, de la empresa ATF ―. Y se quedó callada como si con lo dicho estuviese todo explicado. ―¿Y? ―preguntó. ―Dentro de menos … Continúa leyendo Culminación de un proyecto

Un año sin castigo

¿Por qué no me castigas? Hago todo lo malo para llamar tu atención Desobedezco rápidamente, no hago mis tareas ¿Por qué no me regañas? Levanta una ceja, señala con el dedo, grita un poco ¿Por qué no me aconsejas? Muéstrame el error ¿Porqué no he visto mi ropa tirada, el resto de la olla recalentada, porqué no hay un olor de tu laca en el baño? ¿Por qué no me castigas desde hace un año? Si en todo este tiempo he hecho todo lo posible para merecerlo Un azote, un reproche, irme sin cenar a la cama Una desaprobación de … Continúa leyendo Un año sin castigo

Blanca de dientes

¿Pertenece acaso el ocaso a un rey? Y si así fuera, como el agua, el momento en que fluyen las palabras ¿pertenecen quizá, en ese instante, a un Dios? ¿Da derecho, tal vez, al creador, que determine las costumbres de los pueblos, de su gente, si a todos nos calienta y reúne por igual el calor de una lumbre? ¿Acaso, en el ocaso, diferentes rasgos se interfieren en el amor? ¿Entre los hermanos, sean negros o blancos? La causa, casual, me lleva a ti. Una alegría divina de vivir acerca mi alma a tu sombra, descubre mi piel e ilumina … Continúa leyendo Blanca de dientes

El rastro

[…] La cabeza se le quedó algo ladeada, con el cabello alborotado sobre los ojos, un intenso calor donde la mano se había aplastado bruscamente contra su cara; y mientras, él, desencajado, la besaba con labios helados, la abrazaba ―«Perdón, Elena, perdón»―, la apartaba para mirarla, la volvía a abrazar ―«Soy un loco, estoy nervioso… perdóname»―; ella sólo oía el estallido de la mano. Y, detrás, el corazón: se le había desbocado, qué triste. Ya no podía hablar.   […] Sus amigos se convirtieron en estatuas a la mesa cuando tras un intercambio banal de opiniones, una discrepancia sobre cómo … Continúa leyendo El rastro

¿Qué ella quieres ser?

Todo estaba bien, todo estaba bien, años y años de bien, muy bien, pero le observa cada mañana, al levantarse para ayudar al hijo con la ropa, el aseo y desayuno antes de llevarle al colegio. Y no va tan ágil como antes, no tan ligero como ayer, no hay caricia cómplice ni broma irónica con la que comenzar el día. Sale de la habitación y se va muy lejos, qué distante el  compañero cuyo aire respira cada noche, una tras otra, todas iguales, parecía, cuando todo estaba bien. En otra casa la otra mujer también se levanta para abordar … Continúa leyendo ¿Qué ella quieres ser?

Vivir limpio

Apenas tiene treinta años y se conoce el país por su geografía carcelaria como otros lo conocen por sus pueblos, monumentos o costas. En todo el tiempo que lleva encerrado se las ha ingeniado para estar siempre limpio: una meta que no todos consiguen porque se necesita mucha constancia para meter cada noche la ropa sucia en un cubo con agua jabonosa. Pero él sí que aparece siempre con las zapatillas blancas, el pantalón y el jersey sin una mancha. En su lucha contra el abandono ha alcanzado un cuerpo de atleta. Darle cien vueltas al patio es un buen … Continúa leyendo Vivir limpio

Los que se van

El doctor escocés que creyó erróneamente haber encontrado el eslabón perdido entre el hombre y el mono en los pigmeos del África Ecuatorial, cuenta la creencia de que al morir una persona traspasa su alma a quien esté con ella en ese momento. Lo hace en la película Man to Man de Regis Wargnier, cuando todo ha acabado, tras despedirse de Toco, el pigmeo que captura y al que no puede proteger de ser  asaeteado hasta morir en el mástil de un barco, donde el investigador  es izado y en sus últimos instantes abraza. Pienso en las casualidades que llevan … Continúa leyendo Los que se van

La otra edad

Tiene el pelo blanco y por supuesto, viste de negro. A sus más de ochenta años ha llegado con casi todo intacto, menos su vista: todo, incluida la coquetería. A esta edad tiene muchos hijos, y nietos. Vive rodeada de ellos, pero con ninguno. Tiene una casa de alquiler, que paga puntualmente cada mes, donde acoge a aquél de la familia que lo necesita. Cuida de un nieto pequeño, cocina, plancha a tientas y es feliz si consigue hacerlo todo con los rulos puestos. Señal de que alguien la ha peinado, en cuanto se los quite estará guapa. Su mayor … Continúa leyendo La otra edad

Hacia el norte

Mientras me obligo a comer dos cruasanes pequeñitos con el café, te recuerdo diciendo que te vas y que me cuide. Ya en el edificio y dentro del ascensor me he negado el gesto de quitarme las gafas, para verlo todo como en penumbra, con esa luz de infancia que adormecía mis temores. Intento apartar la tristeza y manoteo en la mente sin rozarle un ala; así la congoja sigue revoloteando en casi cada cosa que hago. Voy al baño. Pienso en ti: jurando. Me permito pensar en ti: te lamentas, desesperado por entrar en el cuerpo que me veo … Continúa leyendo Hacia el norte

Ni a su imagen ni semejantes

Una dentadura se abre y se cierra. Extraña no oír un «clac» por choque de dientes. De la dentadura sale una voz masculina, potente, que dice: –Penetrar… Da lo mismo el contexto. Repite: -… Penetrar… Puede ser en un hospital o una iglesia. Pero la obscenidad se propaga con las ondas. Se pega en las paredes. Recorre los pupitres. Arrebola los rostros de los presentes. Se engrandece con el eco y queda allí, para prohibir a los alumnos mirarle de frente. El profesor se sube a la tarima. Las piernecillas enclenques se le trasparentan a través del pantalón blanco. Su «culo inquieto«, … Continúa leyendo Ni a su imagen ni semejantes