La literatura como vivencia

Vuelve una de la caminata matinal y hacIMG-20190418-WA0018e la cama.

El ordenador, en la habitación, arranca con estruendo de nave espacial al despegar, sus años de vida le hacen tan sonoro como mis reflexiones paseadas bajo la lluvia urbana.

Estirar la cama porque, educación grabada en los intersticios de la cabeza, con una cama sin hacer, está todo deshecho. Las almohadas en su sitio y el edredón bien estirado: escribir es posible.

Sobre la mesa, la portadilla de un trabajo para el Máster de Estudios Interdisciplinares de Género de la Universidad Autónoma de Madrid.

La literatura como vivencia.
La significación de la diferencia sexual en la obra de Leonor Paqué.

Leonor Paqué, la escritura como vivenciaIMG-20190418-WA0016

Que alguien lea tus novelas con entusiasmo es una ofrenda. Solo hay que pasar un rato en cualquier librería, recorrer sus estanterías atestadas de títulos y comprender que un par de ojos sobre tus líneas, merecen seguir escribiendo cientos.

Cuando además una lectora reflexiona sobre ellas hasta el punto de dedicarle un análisis para el instituto universitario de estudios de género de la mujer de una universidad, el tiempo arrimada al teclado conquista un sentido superlativo.

A menudo me cuestiono sobre mi contribución, en mi quehacer diario, a la lucha por un mundo más igualitario. Este concienzudo trabajo de Paz Blanco Castro me responde al hilvanarme en la literatura de Carmen Laforet, premio Nadal 1944, Ana María Matute o Carmen Martín Gaite, premio Nadal 1957.

“Leonor realiza un retrato fiel y desgarrador de la terrible desigualdad social de la época, con descripciones estremecedoras de las necesidad más extrema”.

Nombrar, mostrar, es dar entidad a personas, situaciones, historia y vida.IMG-20190418-WA0014

Escribir novela, relatos, me sitúa ante narraciones que van tomando vida propia, a través de múltiples decisiones sobre personajes, tiempos, maneras… Donde la reflexión teórica, textual, se diluye en decisiones consecutivas, el pulso de escribir.

Es decir, los párrafos se suceden sin presencia del análisis sobre feminización de la escritura, herencia literaria, neorrealismo, significaciones… Como autora no percibo –no niego que lo haya, en un nivel al que no se presta atención, que sin embargo subyace, como el respirar- un análisis literario previo, premeditado.

“Expresión y contenido terminan conjugándose y retroalimentándose una a otro en un juego de tensiones que a veces discurren en paralelo, a veces dejan huecos y otras constriñen la historia hasta hacerla asfixiante. Una termina por caminar junto a la protagonista sin esperar nada, sabiendo que está sola y que todo lo que logre, será por ella misma”.IMG-20190418-WA0015

De manera que cuando los demás argumentan sobre mis escritos, asisto perpleja y fascinada a esa lectura. Una mujer de nada, En sus tibias manos y Lo que callamos, laten gracias a la investigadora Paz Blanco Castro, en el máster de género y literatura de una Universidad, lo que dignifica, más que a mí, a los personajes de mis novelas, que raramente fueron objeto de mirada alguna.

Y renueva el empuje del tiempo ante el teclado, el empeño de permanecer frente a él, que alumbre textos que se expandan en páginas, emociones, decisiones en la vida de otros.

Para contarnos, sabernos, reconocernos, enseñarnos, mostrarnos… Literatura no estás sola.

Investigadoras de género, Paz Blanco Castro, ¡gracias!

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