Había leído sobre ella, pero no la había leído a ella. Me tropezaba con artículos que hablaban de la escritora, o entrevistas en los que se expresaba sobre su literatura. Sentía curiosidad.
Marta Sanz, escritora de mi generación, reconocida con premios como el Herralde 2015 de Novela.
Ayer por fin pude encontrarla en una librería de Madrid. Una vocecita suave y la delicadeza de sus manos, que agita y reposa en la mejilla cada cierto tiempo, dan vida a un discurso poderoso.
Con el que me identifico. Los creadores que utilizamos nuestra biografía como material literario. Marta Sanz vino a corroborar la dificultad de escribir desde esa mirada.
Y de hacerlo con intención política, esto es, para incidir en el mundo.
Fueron dos horas de charla interesante, donde la escritora compartió su bien amueblada cabeza, su reflexión y argumentaciones con la sencillez de las personas sabias.
Bajo la lamparilla de noche, ya acostada, me adentro en Farándula, reconocida con el Herralde, y Clavícula, la última novela de Marta Sanz, espera su turno en la estantería del cabecero de la cama.