Emocionante. Sin plastificar, con la tinta fresca, recién cosido y…
¡una errata en la dedicatoria!
Revisar con calma, leer de lejos, captar lo que se nos había pasado por alto.
[…] Y nos dio pena que se fuera porque por las noches, cuando la superiora había pasado, habían apagado la luz y solo quedaba la que llegaba del baño en el pasillo, bajito, nos contaba cosas de mayores que nos interesaban muchísimo. La escuchábamos casi sin respiración, para no perdernos nada.
En sus tibias manos pronto listo para las tuyas, sobre el embozo de la sábana, en la mesilla de noche junto al reloj luminoso, mezcladas sus líneas con tus pensamientos a punto del sueño…
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