Gritábamos mucho y reíamos y saltábamos muy nerviosas y le tirábamos del vestido largo y gordo, pero se soltó de todas, nos apartó las manos que le
sujetaban de la ropa y se fue hacia la puerta. Se volvió, se puso un dedo en la boca como se hace cuando quieren que nos callemos y adiós. Pero no se fue
como se iban las monjas, por el pasillo para donde el comedor y la habitación de los chicos. Se fue para el otro lado, donde nosotras íbamos solo a los lavabos y más allá ya no se iba, que las monjas nos lo tenían dicho:
«No se pasa de la puerta de los lavabos».
Más lejos, al final del pasillo, estaba un poco oscuro, así que no nos importaba no tener que ir para allí, para donde iba el padre Martín, pero como vi que él iba, salté de la cama y con cuidadito por si venía una monja por el otro lado del
pasillo, fui a mirar.
Los curas no mean donde las chicas así que a alguna parte iría el padre.
Como estaba prohibido, no había visto nada de nada más allá de la puerta del váter de donde siempre salía luz, pero sí que había: otra entrada muy lejos, por donde vi meterse el vestido negro del padre.
Leer más: leonorpaque13@gmail.com