Llamaron al timbre de la puerta y tardé un poco en llegar, y eso que eran apenas unos metros, pero con la barriga tan gorda, me movía malamente. Por la mirilla la imagen de un joven con chaqueta, corbata, repeinado, un vendedor, un viajante. Le abro y me cuenta su catálogo, ensayos, enciclopedias. No, gracias, cojo libros de la biblioteca pública, novelas, biografías, sigue desgranando el joven comercial haciendo su trabajo, me gusta ir a las librerías, argumento, no quiero comprar nada, prefiero ojear las estanterías y decidirme, biografías, diccionarios, continúa en uno de los más arduos oficios, el de puerta a puerta, el de viajante, ¿diccionarios? Antónimos, sinónimos.

¿Diccionarios?, efectivamente, sonríe el negociante desplegando ante mis ojos su muestrario, atractivo para mí como un tapete de joyería para una coqueta novia americana aspirante a su anillo de pedida. Carísimos, encuadernados en cuero repujado, letras de oro en la portada, imitación a madera antigua el pliegue de sus páginas, dos tomos, en cajetilla rígida.
Preciosos. Y otra vez, carísimos, cómo se me va a ocurrir ahora, no es el momento, pero son tan bonitos, cójalos, los abro, huelen sin acercar la nariz ¿a qué? A ricos, a listo, a cerrado que se abre para mí, a hueco de árbol donde te escondes en el bosque, a bolsa de monedas, piezas de oro hechas palabras, a

Su edición es limpia, clara, elegante… un diccionario de sinónimos, qué belleza, siempre he soñado tener uno, pero justo ahora… no es el momento, sin trabajo, el niño viene de camino, con lo que cuesta el diccionario compraría un trajecito, y unas botas, una bolsa cambiador, de las modernas, que no pesan, o un mono de cuerpo entero de pelito, para sacarle a la calle…

Paso el día inquieta, hasta que por la noche le digo al padre lo que he comprado ¿Ahora? ¿Por qué? ¿Los necesitas? ¿Pero has abierto la puerta a un extraño? ¿Estás loca? ¿No podía esperar, un diccionario de antónimos y sinónimos, esta es la factura, el precio, esto? ¿No llevábamos una economía austera para que pudieras cuidar un tiempo del niño? Solo con mi sueldo este tipo de cosas son las que no podemos permitirnos.

La noche la paso dando vueltas atormentada por mi dispendio, mi locura, el lujo de un par de tomos diccionarios.

El niño ha cumplido dos décadas. Nunca le faltó leche, ni trajecitos, ni calzado, ni alimentos, estudios, viajes, cuidados, nada, en realidad, nada le ha faltado, hasta hoy. Los tomos de sinónimos acompañan mi día a día y mi trabajo todo este tiempo, ahora más que nunca, a mi vera, junto al teclado.

Qué buena inversión, qué calidad su papel, cuántas las palabras aire que puso en mi boca, las puertas que franqueó en mi mente.

Tuve miedo de haber tomado una decisión equivocada. Aciertos que parecieron errores.

Ocurría con un simple diccionario, que lleva a pensar las ocasiones en la vida que respondes a un anhelo, un impulso, decides un camino, el que pocos, muy pocos de tu entorno tomarían, a veces una decisión por la que hasta los que te quieren miran para otro lado para velar el reproche, la duda, el miedo en su mirada.

El cúmulo de decisiones que te convierten en lo que eres, porque si no las tomas te convierten en lo que no eres, lo que no serás nunca, las muchas decisiones de la vida que a veces son aciertos aunque al principio, a ojos comunes, quietos, parecen errores.

Las mejores decisiones de la vida. Se convierten en las más fructíferas decisiones. Determinaciones, resoluciones, firmeza, entereza, audacia, atrevimiento, valor, valentía, decisivo, concluyente, definitivo, determinante, absoluto, resolutivo, fundamental, esencial, básico, central, cardinal… Desgrana mi diccionario, compañero, al lado.

Atributos con los que me cubro cuando experimento aciertos que parecieron errores y me empujan a escribir… en la vida, decide.