De acuerdo.
Seguiremos luchando.
El humo en la boca deja un sabor amargo sucio. Por la noche, excitada, no podía dormir. Me sorprendí asustada, a ver si de nuevo iba a necesitar una dosis de nicotina, como entonces, en el pasado, en la sangre. Al caminar por la mañana me pregunté si deseaba llegar a casa a desayunar… y fumar. Un momento muy placentero del día el del café, las tostadas, la calma después del ejercicio, y el ordenador esperando en la mesa sobre el mar de árboles, ¿necesitaba más?
Duele la cabeza. La inminente subida del precio del tabaco, desgrana el informativo. Y un ser muy querido a quien noto tan triste, sin decir nada. Por mis pulmones, por mí. Me quiere sana, y fuerte, mucho tiempo a su lado. Vale, de acuerdo. Se lo debo.
Apartaremos la tentación de claudicar. Una vez más, en lucha.
Por una vida sana y con las menores dependencias. Reconozcamos que no puedo ser como la mujer de las pequeñas manos blancas, y que la mejor forma de estar al lado de las personas queridas ligadas a sus adiciones no es caer en ellas. No es abandonar la fortaleza apuntalada con resistencia en el tiempo de tormenta.
Además, en breve viajo en avión, y entonces al estar pendiente solo de la documentación, el billete y del destino paraíso, sonreiré, libre.